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¿Es razonable sancionar a la discriminación como delito?

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Si me pide un respuesta concreta a una pregunta semejante, tendría que decir un corto: no (con lo cual este pequeño artículo acabaría); pero como entiendo que usted espera fundamento, le expreso mis motivos a continuación.

En términos simples, discriminar es seleccionar. Cuando usted lee este escrito, está seleccionando su tiempo y dejando de hacer cosas más productivas. Incluso, está usted seleccionando leer a este humilde escribidor y no a los otros (que dicho sea de paso son mejores).

Al tocar el concepto de discriminación, específicamente, se alude a aquella selección por motivos de índole racial, sexual, religioso, socio-económico, étcetera. De esa manera, o mejor dicho, en ese contexto, discriminar es seleccionar a alguien y apartarlo de nuestro entorno en atención a características como las antes descritas; por ejemplo cuando Juan discrimina a Aldo porque este último es homosexual.

La discriminación es una conducta irracional porque no tiene fundamento en la razón, sino en consideraciones de otro tipo (consideraciones que no voy a entrar a explorar por cierto).

En respuesta a esta conducta, la legislación penal peruana ha manifestado su interés en sancionar como delito a la discriminación, con lo cual – en términos gráficos – se pretende matar moscas con una bomba nuclear. Es cierto, el resultado puede ser peor que la supuesta solución.

El mensaje con la norma penal es: no odies porque es delito. El resultado (la respuesta de la población) puede darse en dos alternativas: 1) que se fomente más el odio porque se genere resentimiento contra el sistema que – finalmente – me sanciona por motivos de convicción (mala o buena) o; 2) que simplemente se desprecie la norma mientras esta no me alcance (que es lo que más probablemente ocurra en nuestra realidad). Ambas alternativas, como vemos, no solucionan el problema de fondo.

La discriminación es odio. Se odia al que es diferente y se le aparta porque nos desagrada. Sancionar el odio como delito, es una propuesta facilista y ramplona que no contribuye en nada. Si queremos evitar las discriminaciones, aprendamos a aceptar nuestras diferencias. Tolerancia y respeto son la respuesta. El Código Penal, que representa la coerción (la fuerza bruta del Estado), no puede ser una respuesta racional.

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