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Escrito por Gustavo Zambrano (*) 

En el entorno empresarial actual, integrar los derechos humanos en la gestión de negocios es una opción ética, pero sobre todo es una estrategia imprescindible para asegurar la sostenibilidad y rentabilidad a largo plazo. Aunque al principio puede parecer desafiante y costoso incorporar estas prácticas en las cadenas de valor y de suministro, los beneficios superan los desafíos iniciales. Hacerlo no solo garantiza cumplir con los estándares internacionales, como los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos y las directrices de la OCDE en debida diligencia, sino que también se alinea perfectamente con los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), cruciales para el éxito corporativo moderno.

Para ilustrar esto, se me viene a la mente el caso de éxito de Natura en Brasil. Esta empresa de cosméticos ha sido pionera en la integración de prácticas responsables en su cadena de valor, enfocándose en la convergencia entre sostenibilidad y los derechos humanos. Natura no solo ha implementado políticas para garantizar condiciones laborales justas y respetuosas con la diversidad, sino que también ha trabajado directamente con comunidades locales para asegurar que sus prácticas de abastecimiento sean sostenibles y equitativas. Ello es un claro equilibrio entre respetar derechos humanos y ser rentable. Dicho compromiso ha resultado en una mejora significativa de su reputación, fidelidad del cliente y acceso a nuevos mercados, demostrando que la integración de los derechos humanos y las prácticas ESG es una estrategia rentable.

Pero, ¿en qué se puede evidenciar esa rentabilidad? Un tema siempre presente es la mejora de la reputación y la lealtad del cliente. En la era de la transparencia y la conectividad, los consumidores están más informados y son más exigentes respecto a los valores de las empresas de las que compran. Las empresas que demuestran un compromiso genuino con los derechos humanos generan una imagen positiva, atrayendo a clientes que valoran la ética y la responsabilidad social. Esta mejora en la reputación no solo facilita la atracción de nuevos clientes, sino que también fortalece la lealtad de los existentes, quienes se sienten orgullosos de apoyar una empresa con principios sólidos. La alineación de los derechos humanos con los criterios ESG resalta este compromiso, mejorando aún más la percepción pública y la lealtad del cliente.

Otro tema importante es que el respeto a los derechos humanos atrae y retiene de talento. Los y las empleados/as buscan más que un salario competitivo, desean trabajar en organizaciones que se alineen con sus valores personales. Empresas que respetan y promueven los derechos humanos son vistas como empleadores de elección, atrayendo a talento de alta calidad. Además, estos empleados tienden a ser más leales y productivos, reduciendo así los costos asociados con la rotación y el reclutamiento. Integrar derechos humanos en la gestión empresarial crea un entorno de trabajo que atrae y retiene al mejor talento.

Por otro lado, ignorar los derechos humanos puede llevar a conflictos laborales, sanciones legales y daños reputacionales, factores que pueden afectar gravemente la operatividad y las finanzas de una empresa. Implementar políticas de derechos humanos ayuda a prevenir estos riesgos en el ámbito laboral, asegurando un entorno de trabajo estable y previsible. Esta estabilidad permite a las empresas enfocarse en el crecimiento y la innovación en lugar de lidiar con crisis y litigios.

Asimismo, los inversores y socios comerciales, cada vez más, buscan compañías que demuestren un fuerte compromiso con los derechos humanos. Organismos financieros y fondos de inversión responsables prefieren apoyar proyectos y empresas que operan de manera ética y sostenible. Además, ciertos mercados internacionales requieren el cumplimiento de estándares de derechos humanos, abriendo oportunidades para empresas que cumplen con estos criterios. La alineación con las directrices de la OCDE en debida diligencia y los reportes de sostenibilidad facilita el acceso a capital y expande las oportunidades de mercado. La convergencia -entonces- entre ambos es cada vez una realidad.

Un ejemplo reciente de trabajo encaminado en esta área es el de la empresa minera Anglo American en Perú. La compañía ha implementado un robusto programa de derechos humanos y prácticas responsables, alineados con los Principios Rectores de las Naciones Unidas y las directrices de la OCDE. Anglo American ha trabajado con las comunidades locales para asegurar condiciones laborales justas y minimizar el impacto ambiental de sus operaciones. Esta estrategia ha mejorado significativamente sus indicadores ESG, convirtiéndose en atractivos a inversores interesados en sostenibilidad y responsabilidad social. Al trabajar proactivamente con las comunidades y asegurando el cumplimiento de los estándares internacionales, Anglo American ha fortalecido su posición en el mercado y ha demostrado que la integración de derechos humanos es una inversión rentable.

Finalmente, integrar los derechos humanos en la estrategia empresarial puede fomentar la innovación. Al enfocarse en prácticas laborales justas y sostenibles, las empresas pueden descubrir nuevas formas de mejorar la eficiencia y la calidad de sus productos o servicios. Esta mentalidad innovadora no solo mejora la competitividad en el mercado, sino que también puede llevar a la creación de nuevas oportunidades de negocio y expansión.

Por todo lo anterior, adoptar una gestión basada en los derechos humanos puede requerir un cambio significativo y una inversión inicial considerable. Sin embargo, los beneficios a largo plazo, tanto en términos de rentabilidad como de responsabilidad social, son innegables. Los empresarios que reconocen esta realidad y actúan en consecuencia no solo contribuirán a un mundo más justo y equitativo, sino que también asegurarán el éxito y la sostenibilidad de sus negocios en el futuro. La integración de los derechos humanos no es solo una obligación moral, sino una estrategia inteligente y rentable para cualquier empresa que aspire a perdurar y prosperar en el siglo XXI. Cumplir con los Principios Rectores de las Naciones Unidas, las directrices de la OCDE y los criterios ESG no solo es lo correcto, sino que también es lo que se espera de las empresas responsables y visionarias. This is the way.


(*) Sobre el autor: Profesor TPA Auxiliar Ordinario de la Pontificia Universidad Católica del Perú PUCP y especialista en derechos humanos y derecho ambiental, en particular en temas de pueblos indígenas vinculados a la gestión territorial, el manejo forestal, el cambio climático, la gestión de reservas para pueblos indígenas en situación de aislamiento, y consulta previa.

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