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En recientes declaraciones el Señor Rafael Rey Rey, ex-congresista y vocero del  Cardenal y Arzobispo de Lima, Monseñor Juan Luis Cipriani, ha expresado que el padre Gustavo Gutiérrez y un grupo de personas [sacerdotes]” de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) predicaron o predican “una teología un poco de católica y mucho de marxista”, “dando opiniones y actitudes contrarias al magisterio de la Iglesia, en fe, moral y liturgia” y “desorientan al alumnado” de dicho centro de estudios (El Comercio, 6 de Diciembre de 2013, página a10). Con esta afirmación, el referido ex congresista ratifica la reciente decisión del Monseñor Cipriani de prohibir la enseñanza de los cursos de Teología en la PUCP.

¿Por qué el miedo o terror por la enseñanza de un tipo de teología en una universidad? ¿Por qué la intolerancia contra los sacerdotes que entienden la enseñanza de Dios de modo diferente a como lo interpretan el ex  congresista  y nuestro Cardenal? ¿Por qué el terror contra el marxismo y las posibilidades de recoger para la Teología algunas ideas de esta corriente de opinión como igualmente se pudieron y se pueden recoger otras ideas de otras corrientes de opinión? En todo caso, ¿Por qué tener miedo e intolerancia contra una teología que propone la enseñanza de Dios relacionada con la liberación o inclusión de los pobres? ¿Está alejado de los pobres el magisterio de la iglesia (en fe, moral y liturgia)? ¿Históricamente, la teología no ha sido alejada de los pobres a pesar de haber nacido de éstos?

De otro lado, ¿Son los estudiantes universitarios seguidores “ciegos” de lo que opine un sacerdote teólogo “marxista”, “liberal” o “conservador”? ¿No es la universidad justo el espacio para reflexionar y debatir? ¿Por más que se enseñe un solo tipo de teología acaso el universitario no sabe distinguir que dicha teología puede ser “falsa” y que tiene la posibilidad de buscar otra información y preferir otra teología? ¿No es acaso perjudicial para la misma teología supuestamente “falsa” enseñarse como única cuando el universitario la puede descartar con mayor facilidad?

A partir de las interrogantes previas convendría reflexionar sobre la “mejor” teología universitaria que propondrían el señor Rey y nuestro Cardenal. ¿Cuál es el contenido de una teología ideal para estudiantes universitarios en un país como el nuestro? ¿Consiste en un contenido que busque apartarlos de la fe, moral y liturgia de nuestra realidad social y cultural? ¿Consiste en reducir el magisterio de la iglesia a ideales que solo pueden ser pretendidos y alcanzados por la clase media de nuestro país? ¿Consiste en construir un mundo formal de fe, moral y liturgia que oculte o niegue la desigualdad creciente (a pesar del crecimiento económico) de las personas o grupos de personas que viven en distintos espacios geográficos, con diversas culturas, con diferentes maneras de entender la propiedad, la familia, el trabajo, el género, la vida e incluso Dios?

No hay una respuesta pública sobre estas preguntas. No hay debate. Pareciera como si estuviéramos en un negacionismo de la Teología Universitaria. Si una autoridad de la iglesia considera que una determinada teología (universitaria por ejemplo) es mala, todos los feligreses de la iglesia tendríamos que aceptarlo y seguirlo. Quien rebata esa apreciación sería excomulgado o apartado del magisterio formal de la iglesia. Estaríamos cometiendo una especie de delito por considerar que esa teología pueda enseñarse y discutirse en las aulas. Pero, no solo se prohíbe la enseñanza de una teología a un grupo de sacerdotes, sino, se niega y reprime una manera de pensar. Se actúa en forma semejante a como en el pasado hizo la Santa Inquisición o no hace mucho hicieron dictadores como Francisco Franco (España), Adolf Hitler (Alemania) o Iósif Stalin (Rusia).  Aquella institución y estos políticos reprimieron maneras de pensar o ideologías contrarias a las suyas, basadas en el mismo criterio de ser “falsas” o “malas”.

Con este actuar negacional se deja de ser demócrata y cristiano. Se violan derechos fundamentales como la libertad de opinión, la libertad de difusión, la libertad de enseñanza y aprendizaje o la libertad de trabajo, sin importar su vigencia en el ordenamiento jurídico del Estado. Al final, se puede destruir todo tipo de ideología, no solo marxista, también puede ser la liberal.

En el caso PUCP, el camino no es tener terror o miedo a una ideología o a un tipo de teología universitaria. El camino o solución es debatir, demostrar que unos o todos estamos equivocados y enseñarnos por qué. Si no comprendemos que los argumentos y el debate son prioritarios para hacer posible el desarrollo de la enseñanza sobre Dios, lamentablemente estaríamos generando un desastre ideológico que, por la oportunidad, aún puede prevenirse.

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