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Prevenir antes que lamentar: La importancia del Derecho Ambiental en tiempos de pandemia | Valeria Solís

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Escrito por Valeria Solís*

Introducción: A propósito del Día Internacional de la Diversidad Biológica

Cada 22 de mayo se celebra el Día Internacional de la Diversidad Biológica para reflexionar sobre la relación del ser humano con el mundo natural y la importancia de los recursos biológicos para nuestra existencia. A dos días de esta efeméride, reflexionemos sobre la importancia del medio ambiente en nuestras vidas. En efecto, se podría decir que nuestra vida como civilización humana depende de los ecosistemas, es por eso que es tan importante su preservación, y mucho más en tiempos como el que nos encontramos. Lamentablemente, incluso en tiempos de pandemia, los gobiernos no han tomado en cuenta la relevancia que tiene la biodiversidad en nuestra sociedad. Así pues, al parecer hemos olvidado o dejado de lado el papel que el derecho puede jugar en todo esto. Se ha olvidado que el derecho, en general, regula la conducta humana en sociedad. Es decir, intenta introducir parámetros dentro de los cuáles el ser humano puede desenvolverse para no dañar a otros. Por ejemplo, si por alguna razón se comienza a forjar una actividad o hábito en las personas que termina perjudicando el bien común, ahí entra el derecho para regular tales conductas y redirigir al ser humano a una vida en sociedad en la mayor paz posible.

Desafortunadamente, como ya se mencionó, el Perú no es ajeno a dictar normas que evitan totalmente consideraciones medio ambientales. Por ejemplo, a través del Decreto Supremo N° 080-2020-PCM [1] se aprobó la reanudación de actividades económicas y se delegó a los distintos ministerios a aprobar los protocolos correspondientes. Así, ni el decreto mencionado, ni los protocolos que se han publicado desde los distintos sectores económicos han considerado medidas amigables con el cuidado del medio ambiente.

En este punto, muchos podrán preguntar: ¿Por qué molestarse en criticar si la reactivación económica toma en cuenta lo medioambiental o no? ¿Acaso lo más importante ahora no es procurar no aumentar los contagios y evitar una depresión en la economía? A esto tengo que responder que las preocupaciones sobre la salud de los trabajadores y la economía en nuestro país son claramente justificables, pero no podemos ser ajenos a la importancia del medio ambiente y la diversidad biológica si queremos evitar, por ejemplo, otra pandemia en el futuro.

En el presente artículo reflexionaremos sobre la importancia de las políticas medioambientales para enfrentar el COVID-19 y evitar otros fenómenos de este tipo en el futuro. Para ello, primero se mostrará algunos de los cambios introducidos en el imaginario y conducta de las personas en los últimos meses. Luego, se demostrará por qué, ante estos cambios, se debe aplicar el principio de no regresión ambiental en las medidas que se tomen durante y luego de la pandemia (incluidas aquellas que versan sobre reactivación económica). Finalmente, se sugerirá algunas consideraciones que las autoridades deben tomar en cuenta al momento de enfrentar este contexto con una perspectiva medioambiental.

El COVID-19 como generador de cambios

No cabe duda, que el COVID-19 ha introducido cambios: la necesidad de usar mascarillas en todo momento, salir menos de casa, mayor uso del internet y energía eléctrica en nuestros hogares, el hecho de que varias industrias han paralizado o disminuido sus actividades, etc. La situación que quiero explicitar es que las normas de derecho ambiental (al igual que el derecho, en general) han sido pensadas desde un punto de vista pre-pandémico y claramente puede que no se adecúen a tiempos como el de ahora. Es por ello que es necesario que se introduzcan cambios tanto en normas específicas como en concepciones generales en el derecho ambiental. Con esto no me refiero necesariamente a medidas corto plazo (es claro que en este punto lo sanitario y económico es esencial), sino a medidas que de implementarse ahora nos evitarán una nueva pandemia o, al menos, a poder enfrentarla de una mejor manera.

Un ejemplo de estos cambios introducidos por la pandemia es la “ilusión de descontaminación” que ha impactado en todo el mundo. Así, en China hubo una reducción del 25% en las emisiones de CO2 en tan solo 4 semanas [2]; y, en Perú, para finales de marzo el PM 2.5 (indicador que mide la contaminación del aire), ha disminuido en un 67% en comparación con las mediciones de los últimos seis años [3]. No obstante, aunque las cifras son esperanzadoras, se debe evitar caer en la ilusión de creer que esto durará para siempre. En efecto, la experiencia nos dice que la “recontaminación” suele ser mayor y más rápida en periodos de poscrisis. Según un estudio en Nature Climate Change, “luego de la crisis financiera mundial de 2008-2009, se siguió un fuerte crecimiento de las emisiones en las economías emergentes, un retorno al crecimiento de las emisiones en las economías desarrolladas y un aumento en la intensidad de los combustibles fósiles de la economía mundial”.

Otro cambio, claramente apreciable, es la reducción (o prohibición) de la concentración de personas en lugares públicos, por ejemplo, en las playas, lo que ha llevado que ciertas especies marinas regresen a la costa y se les pueda avistar desde lejos.

Finalmente, el COVID-19 también ha impactado en el nivel de preocupación que se tiene sobre los niveles de riesgo en distintos grupos poblacionales. Por ejemplo, ahora tenemos más en cuenta que los adultos mayores, personas con obesidad o personas con problemas respiratorios tienden a ser los más afectados en las crisis sanitarias. Más precisamente, según los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades, las personas con mayor riesgo de enfermarse gravemente son las personas mayores de 65 años, personas con enfermedad pulmonar crónica o asma moderada a grave, personas con afecciones cardiacas graves, personas con su sistema inmunitario deprimido, personas con diabetes, personas con enfermedad renal crónica en tratamiento de diálisis y las personas con enfermedad hepática [4]. Es claro que actualmente la atención se ha fijado en estos grupos denominados de riesgo ante el COVID-19, pero que también lo son ante otras enfermedades o situaciones.

Importancia del principio de no regresión ambiental en la actualidad

Ante el panorama mostrado anteriormente, es decir, el hecho de que se han generado cambios tanto en la conducta como en el imaginario de la sociedad, tenemos dos alternativas: mantener una actitud de inercia ante estos cambios, o tomar acción y aventurarnos a proponer soluciones que no solo se centren en la creación de tecnología o de una vacuna que finalmente solo servirá para atacar un virus en específico (algo a lo que se le ha asignado muchos recursos últimamente). Claro que, en esta oportunidad, me inclino a tomar acción desde el campo del derecho ambiental.

De esta manera, traigo a colación el principio de no regresión en materia ambiental. Este principio, en pocas palabras, dispone que no podrá darse norma o sentencia posterior que disminuya la protección ya concedida en favor del medio ambiente. Así, según Mario Peña Chacón, “la prohibición de regresión actúa como una limitación a la potestad normativa estatal, inhibiendo la derogación, reducción, relajamiento o desaplicación de la normativa ambiental, lo cual encuentra justificación como garantía de mantenimiento del nivel actual de protección, y de toda mejora experimentada desde entonces” [5]. En realidad, este principio surge de una concepción más general la progresividad de los derechos económicos, sociales y culturales que se encuentra contemplado en el artículo 26.º de la Convención Americana de Derechos Humanos. Ahora bien, a partir de este principio es claro que el Estado no puede flexibilizar las normas ambientales para favorecer la reactivación de actividades económicas. Pero, ¿podríamos exigirle algo más a este principio? Yo creo que sí.

Como se ha mencionado anteriormente, luego de las crisis suele haber un incremento más rápido en los niveles de contaminación. Ese “efecto rebote” (tal cual como sucede en las dietas alimenticias), es algo predecible, y es ahí donde puede entrar el derecho para intentar evitarlo o, al menos, controlar su impacto. De esta manera, propongo que el principio de no regresión en materia ambiental se flexibilice a sí mismo y pueda ser utilizado como fundamento en la implementación de medidas que controlen o mitiguen las consecuencias de una reactivación económica en el medio ambiente.

De esta manera, el principio de no regresión ayudaría a que en este tipo de contextos pueda exigirse medidas que intenten mantener en lo posible las mejoras en el ambiente que se han logrado con la cuarentena. Por ejemplo, que se fijen niveles más bajos en los ECA (en este caso, especialmente los referidos al aire), o que se introduzca un aforo máximo en áreas naturales (aquellas turísticas, por ejemplo), o incluso, que se establezcan parámetros que aseguren la intangibilidad y respeto del hábitat de especies que durante esta cuarentena han “reaparecido” entre nosotros. Para comprender un poco más la importancia de la aplicación del principio de no regresión “flexibilizado” a esta situación me permito hacer una pregunta: ¿El retorno a nuestra vida pre-pandémica, significa un retorno al status quo? ¿O es en realidad una degradación, un retraso? Depende de nosotros optar por una u otra interpretación, teniendo en cuenta que tal decisión seguramente tendrá efectos en un futuro próximo.

¿Un déjà vu en el futuro?

Es momento de darnos cuenta que el origen del COVID-19 al igual que las grandes pérdidas humanas que el virus ha ocasionado, mantienen una relación de causa efecto con nuestras acciones en el pasado. Efectivamente, el cambio ambiental generado por los altos niveles de contaminación puede tener efectos extraordinarios en los ecosistemas, lo que finalmente nos deja desprotegidos ante este tipo de fenómenos. De la misma manera, como seres humanos estamos teniendo más contacto de lo debido con especies silvestres y estamos disminuyendo su hábitat a lo más mínimo, lo que aumenta las probabilidades de aparición de nuevas enfermedades [6]. Ante todo, esto debemos internalizar la importancia de la naturaleza para evitar y enfrentar futuras pandemias. Así pues, la naturaleza proporciona nuestro oxígeno, regula nuestros patrones climáticos, poliniza nuestros cultivos, produce nuestros alimentos, lamentablemente ahora se encuentra bajo un estrés cada vez más creciente [7]. Por otro lado, un ambiente saludable también nos ayudará a enfrentar de mejor manera este tipo de escenarios. Sobre esto, investigadores han determinado que un incremento de tan solo 1 microgramo por metro cúbico de PM2.5 se puede asociar con un incremento de 15% en la tasa de mortalidad de la COVID-19 [8]. Queda claro, entonces, la importancia del cuidado a la biodiversidad en el planeta y con ello la reducción de los niveles de contaminación para evitar y enfrentar futuras pandemias (que finalmente volverán a tener consecuencias en la economía y la salud de las personas). De ahí que la frase “Más vale prevenir que lamentar” es muy precisa en estos momentos.

Consideraciones a tomar en cuenta y conclusiones

La inmovilización social obligatoria como medida tomada por distintos gobiernos, incluyendo el peruano, sumado a la información difundida por los medios de comunicación ha ocasionado que nos demos cuenta de lo privilegiados que éramos hace unos cuantos meses atrás. Es por eso que es importante que se concientice sobre las verdades ambientales del COVID-19 y otras enfermedades pues de esa manera la población (y grupos económicos) recepcionará mucho mejor la implementación de políticas que importen la diversidad biológica y el medio ambiente. Este es el momento y no dentro de 2 o 3 años cuando por fin exista una vacuna para el COVID-19 pero surja otro virus que nos impacte igual o peor.

En fin, un momento de cambios en los hechos significa también cambios en el derecho y el derecho ambiental es primordial como respuesta y defensa a largo plazo. Nos encontramos en un momento crucial para el medio ambiente y, aunque pueden cometerse errores, el derecho ambiental encuentra aquí un lugar perfecto para reevaluarse y revalorarse tal y como se ha demostrado con el principio de no regresión en materia ambiental. A pocos días del Día internacional de la Biodiversidad, hay que prevenir antes que lamentar los efectos de nuestro accionar contra nuestra naturaleza.

*Estudiante de Derecho en la PUCP y directora de la comisión de desarrollo social SIEMBRA de la asociación civil IUS ET VERITAS.


Referencias:

[1] Decreto Supremo N° 080-2020-PCM, del 2 de mayo de 2020, que aprueba la reanudación de actividades económicas en forma gradual y progresiva dentro del marco de la declaratoria de Emergencia Sanitaria Nacional por las graves circunstancias que afectan la vida de la Nación a consecuencia del COVID-19.

[2] La cuarentena por el coronavirus mejora la calidad del aire, pero no sustituye la acción climática. Recuperado de https://news.un.org/es/story/2020/03/1471562

[3] Coronavirus: Contaminación del aire en Lima se redujo en 67% durante la cuarentena (18 de marzo de 2020). Recuperado de https://convoca.pe/agenda-propia/coronavirus-contaminacion-del-aire-en-lima-se-redujo-en-67-durante-la-cuarentena

[4] Personas con mayor riesgo de enfermarse gravemente (14 de mayo de 2020). Recuperado de https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/need-extra-precautions/people-at-higher-risk.html

[5] El ABC del Principio de No Regresión (12 de agosto de 2020). Recuperado de http://ipama.org.pe/2017/08/12/opinion-abc-del-principio-no-progresividad-2/

[6] y [7] La pandemia de coronavirus es una oportunidad para construir una economía que preserve la salud del planeta (7 de abril de 2020). Recuperado de https://news.un.org/es/story/2020/04/1472482

[8] La Contaminación del Aire Puede Empeorar la Tasa de Mortalidad por COVID-19 (28 de abril 2020). Recuperado de https://eos.org/articles/la-contaminacion-del-aire-puede-empeorar-la-tasa-de-mortalidad-por-covid-19

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