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La Batalla de Johnnie Cochran por el Caso Judicial de 27 Años | Victoria Davis

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Escrito por Victoria Davis (*)

Traducido al español por Daniel Gimena (**)

Una fotografía de Johnnie Cochran, durante un receso de un juicio en California. Cortesía de Wikimedia.

En 1996, la petición de Elmer “Geronimo” Pratt por una orden judicial de habeas corpus finalmente fue concedida. Fue un camino muy largo, de veintisiete años, el que Pratt y su abogado, Johnnie Cochran, soportaron. Pratt siguió declarando su inocencia ante el crimen. Su abogado Cochran seguía creyéndole encarecidamente, y seguiría defendiéndole por segunda vez. La declaración de Pratt se basaba en tres reivindicaciones: su coartada; declaraciones acerca de dos hombres conocidos por haber cometido el crimen; y la falsa información que las fuerzas del orden público dieron en la corte. (1) Previamente, Pratt había hecho dos peticiones de habeas corpus que fracasaron. En el juicio por asesinato de 1972, Pratt fue privado de pruebas que hubiesen sido cruciales para determinar si realmente hubiera sido condenado por los veintisiete años que ya había cumplido. Pratt había sido acusado de asesinato de primer grado, dos cargos por robo, y asalto con intención de asesinato. (2)

La Cárcel Folsom en que cumplió la condena. Cortesía de Wikimedia.

El abogado Johnnie Cochran construyó su bufete en California, donde su familia se trasladó cuando él era joven. (3) A Cochran le inspiró Thurgood Marshall y su manejo del caso Brown v. Board of Education. Ello lo llevó a realizar una carrera en derecho. La decisión de Marshall afirmaba los derechos de los estudiantes, declarando que la segregación académica, o “separados pero iguales”, en el sistema educativo americano era inconstitucional. Cochran admiraba lo que Marshall había conseguido, viéndolo como un modelo a seguir. Su bufete le llevó a construir una prestigiosa reputación en la comunidad afroamericana como abogado que defendía en contra de casos de violencia policial, incluso representando a personalidades famosas como Michael Jackson y O.J. Simpson. Una tarde de su ya avanzada carrera, estaba llevando a sus dos hijas en su Rolls Royce. La policía lo paró gritándole que saliese del vehículo, y Cochran se dio cuenta que sus armas  estaban desenfundadas. Los policías procedieron a registrar su carro y encontraron su placa de la oficina fiscal del distrito. Los agentes se disculparon, pero Cochran estaba preocupado por el efecto que la situación podría tener en sus hijas. No quería que sus hijas pensaran que la policía lo había parado por el color de su piel y el carro que conducía. En vez de eso, decidió que iba a intentar mejorar las cosas para los afroamericanos. (4)

En agosto de 1972, Johnnie Cochran aceptó el caso de Pratt (People v. Pratt) por el asesinato de Caroline Olsen y por el asalto con intención de asesinato a su marido, Kenneth Olsen. Pratt fue identificado como miembro del grupo Black Panther Party. Al principio de la investigación, Pratt no era un sospechoso principal. Eso cambió cuando se abrió la carta que Julius Butler le había dado al sargento de la policía DuWayne Rice, la cual reveló los supuestos crímenes específicos que Pratt había cometido. Cuando Rice fue llevado al estrado, este testificó que Butler había sido su informante sin sueldo, aproximadamente desde hacía una semana antes de recibir la carta. Butler había sido sheriff para la policía del condado de Los Ángeles. Dimitió de las fuerzas del orden, llevó un salón de belleza, y poco después, se unió al Black Panther Party (BPP). Butler testificó en los tribunales que Pratt cometió los crímenes, basándose en la conversación que Pratt había tenido con él, en la que declaraba los crímenes que había cometido. En el contrainterrogatorio, Butler testificó que no estaba trabajando ni para el BPP, ni para las fuerzas del orden cuando le dio la carta a Rice. (5)

La señora Reed de Reed’s Hobby Shop, una tienda cerca de la escena del crimen, fue una de los principales testigos del crimen. Ella declaró que había visto a dos hombres afroamericanos entrando en la tienda. Le incomodaron, por lo que cerró la puerta de la tienda. Kenneth y Caroline Olsen estaban jugando al tenis en el parque Santa Mónica cuando fueron forzados por dos hombres a entregar sus pertenencias. Entonces, los dos hombres procedieron a abrir fuego, matando a Caroline Olsen con dos disparos y dejando a Kenneth Olsen con cinco heridas de bala. (6) En el juicio, la señora Reed identificó a Pratt como uno de los hombres que habían entrado en la tienda, y el señor Olsen lo identificó como uno de los hombres del incidente. Mitchell Lackman, quien estaba cerca de las pistas de tenis cuando ocurrió el suceso, vio a dos hombres afroamericanos entrando en un carro rojo con una capota de lona blanca. Las pruebas de las identificaciones de los testigos, pruebas cruciales, y el testimonio de Julius Butler contribuyeron a evidenciar que Pratt había formado parte en el tiroteo. (7)

En el testimonio de defensa, Pratt fue registrado como propietario del carro que se ajustaba a la descripción que Lackman describió alejándose de la escena del crimen, pero se refirió a él como un “carro comunitario”. Muchos miembros del BPP, incluyendo a Julius Butler, habían conducido ese carro antes de darse cuenta de la relevancia que el carro tenía. La incautación del arma que se encontró en una redada fue un resultado indirecto del descubrimiento de la misma arma que fue utilizada en el tiroteo de los Olsen. Esta redada fue llevada a cabo en una vivienda local, propiedad de la comunidad BPP. Se tomaron pruebas para ver si las carcasas y el extractor coincidían con los del arma utilizada en la escena del crimen de los Olsen. Ambos coincidían, pero cuando el arma fue probada, la bala no coincidió, lo que llevó a la teoría de que el cañón del arma había sido cambiado o que había sido utilizado varias veces. Pratt argumentó que el arma que fue encontrada en la casa podría haber sido usada por cualquiera. Él nunca había entrado en la casa en la cual el arma de fuego fue incautada. (8)

Elmer Pratt fue declarado culpable de todos los cargos, lo que lo llevó a ser encarcelado por veintisiete años. Durante esos años, Cochran y Pratt continuaron luchando para revocar su condena por asesinato y liberarlo. Finalmente, se evidenció que Pratt fue incriminado injustamente y que documentos críticos correspondientes al FBI habían sido ocultados al tribunal. Julius Butler había sido un testigo estrella por haber escrito una carta asegurando que había oído a Pratt confesar que había cometido los tiroteos de Santa Mónica. Butler negó en el juicio original que había sido un informante del FBI, pero no solo fue un informante del FBI, sino también del LAPD y del fiscal del distrito de LA. Cochran consiguió que Butler lo admitiera en el estrado. Le pidió a Butler que le diese una definición de “informante”, después Cochran procedió a preguntarle si, según su definición, él era un informante. Butler admitió ser uno, haciendo de este uno de los momentos clave que cambiarían el rumbo del juicio. El FBI ocultó pruebas que evidenciaban la coartada de Pratt. Ellos sabían que él estuvo en el área de la Bahía de San Francisco en el momento de los sucesos, pero cuando Cochran pidió ver los registros que apoyaban esta información, resultaron estar perdidos. Un agente veterano de veinticinco años, ya retirado del FBI, que había formado parte de las fuerzas del orden en aquel entonces, le entregó esa información a Cochran. Además, recordó a otro antiguo agente, quién ya había estado observando a Pratt, declarar que estaba en Oakland en el momento del tiroteo. Prosiguió diciendo que se habían instalado escuchas telefónicas en la sede del BPP y que no hubo información relevante en los resultados de esta acción. Los derechos civiles de Pratt fueron violados de varias maneras. Se le negó un juicio justo con toda la información crucial que se ocultó en el juicio original. Estas grandes reivindicaciones permitieron que se le otorgase un nuevo juicio a Pratt en virtud de su petición de habeas corpus. (9)

El interior de la Corte Suprema. Cortesía de Needpix.

El 13 de marzo de 1997, se le presentaron pruebas al juez Dickey que dejaban claro que Butler había estado informando a las fuerzas del orden del grupo Black Panther por lo menos durante los tres años previos al juicio. Esta información fue crucial en cuanto a la credibilidad del testimonio de Butler acerca de otros aspectos vitales del juicio. Entonces, el juez Dickey citó pruebas que incluían al fiscal del distrito de Los Ángeles, listando a Butler como un informante confidencial en 1972.  Ninguna de esta información, ahora revelada, había estado disponible para el abogado defensor de Pratt, pero había estado disponible para el fiscal del distrito en su oficina, para el departamento de policía de Los Ángeles, y en los archivos del FBI. En el caso de Brady v. Maryland, se concluyó que las pruebas son materiales solo si existe una probabilidad razonable de que, de haber sido reveladas a la defensa, el resultado hubiese sido diferente. Las pruebas son favorables si ayudan al acusado o perjudican a la acusación, como por ejemplo al impugnar a uno de los testigos. El resultado de esto no es si el acusado hubiese recibido un veredicto diferente al inicialmente concedido, sino si el acusado recibió un juicio justo. Elmer Pratt fue liberado el 10 de junio de 1997. En febrero de 1999, el tribunal desestimó sus cargos y ganó una demanda federal de derecho civil por encarcelamiento injusto. (10)

Cochran creía que la justicia no siempre se servía en el sistema legal, en muchos casos debido al racismo. Cochran se sintió aliviado cuando Pratt recuperó su libertad, después de estar encarcelado durante veintisiete años. Usó la derrota del caso original de Pratt como motivación para obtener justicia para su acusado. Cochran creía que, si el estado de California hubiera tenido la pena de muerte en 1972, se le habría asignado a Pratt. Afortunadamente, había una moratoria en ese momento prohibiendo la pena de muerte. Cochran dijo, “En este país, hay que estar dispuesto a preservar y a luchar por lo que se cree” durante una entrevista con CNN. (11) Cochran realmente amaba su vocación y poder ejercer la abogacía en los Estados Unidos. Se tomó la victoria de este caso a pecho. Esta tuvo un gran significado para Cochran, sabiendo que el caso judicial empezó cuando era un abogado joven y que perduró a lo largo de su carrera.

La oficina de Johnnie Cochran. Cortesía de Wikimedia.

(*) Sobre la autora: Estudiante de St. Mary’s University.

(**) Sobre el traductor: Estudiante de St. Mary’s University.


Bibliografía
  1. Roy Nakano, The Case of Elmer Geronimo Pratt: A Long and Winding Road to Retrial (California, California Digital Library, 1985), 196-197. 
  2. In Re Pratt,” December 1980, Justia US Law. 
  3. Legal Legends,” 2012, The Cochran Firm. 
  4. Johnnie Cochran and David Fisher, A Lawyer’s Life (New York: Thomas Dunne Books), 2. 
  5. In Re Pratt,” December 1980, Justia US Law. 
  6. Roy Nakano, The Case of Elmer Geronimo Pratt: A Long and Winding Road to Retrial (University of California, 1985), 2. 
  7. In Re Pratt,” December 1980, Justia US Law. 
  8. In Re Pratt,” December 1980, Justia US Law. 
  9. Roy Nakano, The Case of Elmer Geronimo Pratt: A Long and Winding Road to Retrial (California, California Digital Library, 1985), 194. 
  10. In Re Pratt,” December 1980, Justia US Law. 
  11. Johnnie Cochran, interview by Greta Van Susteren, CNN, last modified in 2001.

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