El paquete de medidas económicas que el Congreso ha aprobado en atención a los proyectos presentados por el Ejecutivo deja efectivamente una sensación de insuficiencia. Las razones son diversas; la más importante, es que la población esperaba medidas que realmente devuelvan a nuestra economía el ritmo de crecimiento que permite reducir las brechas de nuestra pobreza. La mayoría de los especialistas han comentado, por ejemplo, que el supuesto “desagio” de las deudas tributarias sólo involucra a unos cuantos, y en concreto, a quienes tienen reclamos pendientes, ya que para el resto de los contribuyentes las deudas anteriores al 2009 están prescritas, y no son por tanto exigibles.
Bajo el argumento que el sistema tributario debe ser neutral, tenemos en la actualidad un Impuesto a la Renta que no estimula la capitalización de las empresas. La tasa corporativa del 30% se aplica indiscriminadamente tanto a la empresa que distribuye como a la que reinvierte sus utilidades, lo que convendría modificar adoptando un impuesto a la renta de dos tramos, con lo que se podría pagar un 20% al momento de su obtención, y el saldo a la distribución.
La peor parte de la descentralización del país se la lleva la administración de los recursos públicos. Los hechos han demostrado que no sólo carecemos de una masa crítica con capacidad de gestión, sino que las personas que la asumen son en una gran mayoría corrupta. Así pues, en lugar de tener un Impuesto a la Renta que pone enormes trabas a la deducción de los gastos realizados, con lo que se infla artificialmente las utilidades, el impuesto a la renta debería estimular –no sólo permitir- la deducción de los gastos de responsabilidad social. De este modo, en forma casi inmediata, atenderíamos los reclamos de las poblaciones directamente impactadas por la actividad empresarial, y recuperaríamos para ellas una gran parte de la credibilidad social que el populismo político ha mellado. A la deducibilidad de este tipo de gastos, el Gobierno debería promover con gran agresividad y apertura el programa social de “Obras por Impuesto”, con lo cual no sólo sustraeríamos de la corrupción una gran parte de la obra pública, sino aseguraríamos que sean ejecutadas con calidad y eficiencia por los particulares.
Los países exportadores de capital extienden su soberanía tributaria más allá de sus fronteras, lo que se explica por la fuerte inversión que realizan en el exterior y la red de convenios fiscales suscritos con casi todos los países del orbe. El Perú, como si fuese ya país desarrollado, adopta el mismo criterio, con lo que logra únicamente que los escasos excedentes de ciertos inversionistas peruanos se escondan o no sean repatriados. Hemos llegado al absurdo de espantar incluso los dividendos de empresas peruanas pagados al exterior que para retornar tienen que pagar impuestos. Es decir, para repatriar la renta peruana que ya pagó impuestos tenemos que volver a pagar impuestos. A ello se suma, las rentas de fuente extranjera de innumerables peruanos que cuando son traídas al país tributan con las tasas más altas, cuando en realidad, gravándolas entre un 7% y 10%, sin derecho al crédito por rentas de fuente extranjera, posiblemente lograríamos un flujo masivo de capitales ganados por peruanos que desean tomar ventaja de las nuevas oportunidades de nuestra economía.
La competitividad entre las naciones es también un tema de competitividad tributaria, lo que se traduce en leyes fiscales que permiten el ingreso, la permanencia y la salida de inversiones extranjeras en el país. Colombia nos aventaja- cuanto menos por el momento- en el tema de la salida de las inversiones no especulativas, que luego de una natural maduración desea volver a su país. En estos casos, la ley colombiana ha optado por gravar con 10% la ganancia de capital, lo que marca una diferencia con el Perú donde la misma ganancia tributa el 30%, es decir, salir de Colombia es más barato que retirarse del Perú, una contingencia que los inversionistas también ponderan al ingresar.
El Ministro de Economía ha adelantado que el Presidente hará importantes anuncios económicos con motivo de las fiestas patrias. Una extraordinaria oportunidad para completar el paquete de medidas e inyectar optimismo a los peruanos.
* Artículo publicado originalmente el 22 de julio en el Diario Gestión.