Es innegable que los clubes profesionales de fútbol están en crisis. Es muy fácil acusar a los acreedores de esta ruina. Por supuesto, que las deudas astronómicas han llevado hasta INDECOPI a los grandes clubes peruanos, pero no podemos acusar de la crisis a los futbolistas ni al fisco. Seguramente, las deudas más grandes que tienen estas entidades las tienen con sus trabajadores o con la SUNAT, sin embargo, recordemos que ambas deudas provienen de mandatos legales.
Cuando SUNAT o la Agremiación de futbolistas exigen el pago de las deudas lo hacen con respaldo en un mandato legal. Por poner un ejemplo de deuda laboral desproporcionada vale la pena citar el caso de la contratación del futbolista Pablo Vitti. El año pasado, Universitario de Deportes se comprometió a pagar más de un millo de dólares a este jugador. ¿Quiere decir que el año pasado la U no estaba en crisis?. Al contrario, fue totalmente irresponsable sumar una deuda de esta entidad al Club.
Así las cosas, creo que la crisis es el efecto de malas gestiones reiteradas. Y estas malas gestiones existieron y existen, porque en la actualidad hay una libertad absoluta en la toma de decisiones de los clubes de futbol. Se puede pensar en implantar medidas de ajuste como los topes salariales. Puede ser. Sin embargo, esta medida también podría impedir que los clubes contraten futbolistas de primer nivel. En realidad, si se quiere limitar la libertad de los clubes en la toma de decisiones económicas, sin afectar ningún derecho constitucional, deberían transformarse en sociedades anónimas. Sólo el temor de pérdida de dinero hará que el accionista mayoritario tome las decisiones más responsables.
Esta libertad absoluta que hoy tienen los clubes debe restringirse también por la Federación Peruana de Fútbol. Los clubes no son islas de poderes absolutos irracionales, sino que tienen una raíz social. Y como todo ente social, su objeto debe tender hacia la mejora del futbol peruano. Ninguna libertad puede ser ejercida con abuso de derecho
La diferencia con los años anteriores era que mandaba la FPF y los clubes. Ahora que la Agremiación de Futbolistas ha consolidado un poder en el ámbito del futbol, el antiguo marco de poder se ha remecido. Creo que en el nuevo contexto no manda nadie. La FPF no tiene el poder de convencimiento suficiente para integrar en sus políticas a los clubes y a la agremiación. Me parece que el equilibrio de poderes es necesario en un plano democrático, pero cuando estos poderes no se respetan entre sí viene el caos. Es hora que la FPF ordene el futbol. Y eso pasa por consensuar políticas de desarrollo. No tiene que necesariamente mandar la FPF al estilo dictatorial. Su rol debe ser de integración de los poderes que hoy existen en el futbol peruano.
Por último, hay mucha informalidad en el fútbol y hasta es público y notorio que existen las dobles planillas. Es decir, contrato a un futbolista con un sueldo en planillas y otro para efectos reales. No sé, si por temas tributarios u otras razones, pero sucede. Y aquí hay que hacer un deslinde con los futbolistas que son serios y honrados. Algunos futbolistas pierden ofertas de trabajo por no aceptar este tipo de condiciones de los directivos de los clubes. Me parece que quienes se prestan a esto son futbolistas mediocres que no podrian tomar un buen contrato si no es a través de este medio. Los futbolistas que son buenos, saben cuánto valen. Esto hay que ir desterrándolo con un trabajo cultural. Ahora bien, la mayoría de estos negocios se dan con futbolistas extranjeros, lo cual es más difícil de supervisar. Los clubes no se dan cuenta que hoy por hoy tienen libertad y que cuando empiecen a perderla por sus malos manejos se van a arrepentir.
Acabar con una libertad descontrolada es un imperativo en el futbol de hoy.