En el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM), se viene desarrollando la muestra “Universos de la Memoria[1]” sobre la obra del retablista Edilberto Jiménez, conocido investigador y antropólogo ayacuchano cuyos trabajos dan cuenta del impacto desgarrador y cruel del período de violencia vivido en el país, especialmente en los años 80 y 90. A través de sus retablos y los testimonios que incluyen, el artista narra los horrores de la guerra, el dolor de las víctimas y la impunidad que hasta ahora permanece.
De manera particular, el trabajo de Jiménez constituye, a mi juicio, un aporte para la investigación de las violaciones de derechos humanos desde la mirada de la justicia transicional, es decir, para la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas, especialmente para las mujeres.
Partimos de reconocer las dificultades de la investigación de estos hechos, no solo por lo difícil que es para las mujeres contar lo sucedido sino además por las dificultades de los operadores de justicia de entender la complejidad del tema. Como se sabe, la investigación de violaciones de derechos humanos ha sido desarrollada desde una visión tradicional que prioriza casos como las desapariciones forzadas y las ejecuciones extrajudiciales, por ejemplo, y los investiga sin un análisis diferenciado. Asimismo, no se reconoce que la violencia de género debe recibir la misma atención, lo cual lleva a los altos índices de impunidad existentes.
Para el caso concreto del conflicto armado peruano, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) dio cuenta de la invisibilidad de las historias de las mujeres en esos momentos. Por un lado, por los roles de género que las ubicaban esencialmente como madres, hijas o esposas de las víctimas, cuya salida al espacio público se daba en el rol de búsqueda de justicia para sus familiares. Por otro lado, por las dificultades de comunicación entre víctimas y operadores estatales debido a factores como la socialización de género que no les otorga a las mujeres el rol protagónico de los hechos, por las dificultades de narrar la violencia sexual -más aún cuando la persona a cargo de la investigación no conocía el quechua- y por la desconfianza de las víctimas hacia el Estado. Recuerdo que en la época de la CVR muchas mujeres hablaban del “dolor de corazón”, como una forma de expresar el sufrimiento y el daño que la violencia dejaba sobre sus cuerpos y sus vidas. Esta situación sigue presente en los procesos judiciales que se vienen desarrollando en la actualidad, a la que se suman otros elementos que complejizan el tema como el tiempo transcurrido, la ausencia de evidencias y la falta de formación de los operadores judiciales en género y justicia transicional.
En esta línea es que el trabajo de Jiménez constituye un aporte valioso para la investigación. En primer lugar, la experiencia de creación de sus obras habla de un artista y antropólogo que ha conocido la violencia directamente y que plasma su trabajo a partir de los testimonios recogidos, que consigna en las tapas de los retablos. En ese proceso de creación, Jiménez establece relaciones de confianza con la población y, para el caso de la violencia sexual, logra que las mujeres le cuenten su historia directamente. Por tanto, se superan las dificultades de diálogo antes referidas ya que los retablos tienen un idioma propio, capaz de romper el silencio.
En segundo lugar, considero que los retablos pueden ser utilizados como parte del análisis de contexto que, como se sabe, es una metodología de investigación que se utiliza en casos de crímenes masivos y relacionados entre ellos, con el fin de analizar los factores de fondo y evitar la repetición de los hechos. Esta metodología permite una aproximación interdisciplinaria, no solo jurídica, y la utilización de fuentes diversas, entre las que se podría considerar los retablos de Jiménez.
En tercer lugar, sería muy importante lograr que en la capacitación y formación de jueces y fiscales encargados de la investigación de hechos de violencia de género de la época del conflicto armado, se incluya el conocimiento de estos retablos y el diálogo directo con el autor, de modo que pueda entenderse la complejidad del tema y la importancia de la investigación.
Finalmente, hay un aporte importante del trabajo de Jiménez en materia de reparación, por ejemplo, para la determinación real y diferenciada del daño individual y colectivo. Asimismo, los retablos permiten la elaboración de garantías de no repetición, para evitar que los hechos de terror se repitan, considerando que muestran el horror de lo sucedido pero también formulan una serie de preguntas imprescindibles.
Quisiera, por tanto, aplicar este análisis al retablo “Asesinato de niños en Huertahuaycco” (2007), que narra cómo los jefes senderistas obligaron a las mujeres a asesinar a sus propios hijos porque temían que sus llantos los delataran y permitieran que el Ejército los descubriera. Cuando las madres se negaban a hacerlo, ellos se los arrancaban de las manos y los asesinaban. El retablo narra con detalle el horror de esos asesinatos y el dolor de las madres, muestra el caos y la crueldad de los crímenes, que acompaña con los testimonios que se encuentran en las tapas y que fueron recogidos directamente por Jiménez[2].
Creo, entonces, que este retablo es un ejemplo de lo que planteo líneas arriba, tanto a nivel de la información sobre los hechos y la toma de testimonios, el objetivo de formación y capacitación para funcionarios encargados de la investigación, las dimensiones del daño y, además, para plantearnos una serie de preguntas cruciales. Entre ellas, quizás la más importante es cómo podemos seguir adelante como país habiendo vivido algo semejante y que no todos conocen. ¿Qué pasó con esas mujeres y la culpa enorme que deben sentir aún por lo sucedido? ¿Es acaso esa culpa una de las causas para que no puedan denunciar los hechos de violencia sexual que sufrieron? ¿Qué pasó con las familias que lograron sobrevivir y cómo afrontaron los hechos? ¿Qué justicia obtuvieron esas madres por los asesinatos de sus hijos? Y, sobre todo, ¿cómo pretendemos entender la violencia que se vive en el Perú contra las mujeres en la actualidad si no nos atrevemos a mirar estos hechos en una línea de impunidad y continuidad que viene desde el pasado?
He ahí la virtud del trabajo de Edilberto Jiménez, que nos permite y a la vez nos obliga a ver desde nuestra propia historia una verdad desgarradora que a la vez nos desgarra la mirada y que nos hace entender ese “dolor de corazón” del que siempre hablaban las mujeres.
[1]Datos de la exposición en: https://lum.cultura.pe/exposiciones/universos-de-memoria-retablos-de-edilberto-jiménez
[2] Sobre este tema se puede encontrar información en Informe de la CVR, Tomo VI, Los Crímenes y Violaciones de Derechos Humanos, Primera Parte, sección Cuarta, página 48, 2003.
Imágenes obtenidas de: Exposición de retablos de Edilberto Jiménez en el LUM.