Escrito por Gustavo Zambrano (*)
“La integración de los derechos humanos en la cultura corporativa no solo reduce riesgos legales y reputacionales, sino que también impulsa un desempeño sostenible y ético.” – Shift Project
El entorno empresarial actual exige que las empresas sean más responsables y proactivas en la gestión de riesgos a derechos humanos. No se trata solo de cumplir estándares internacionales, como los Principios Rectores de Naciones Unidas, sino de entender que ignorar estos riesgos puede derivar en graves problemas legales, pérdidas reputacionales e impactos negativos en las operaciones, que afectan directamente al éxito del negocio.
Para las empresas, uno de los mayores desafíos es identificar y gestionar los riesgos que sus operaciones pueden generar sobre los derechos humanos de los terceros con quienes se relacionan. Por ejemplo, una empresa manufacturera podría enfrentarse a conflictos sociales si sus proveedores utilizan prácticas laborales precarias. O considere una organización que, al no implementar protocolos para prevenir el acoso, permite entornos laborales inseguros para las mujeres. O imagine una planta que, al no contar con protocolos de accesibilidad, excluye a personas con discapacidad, limitando no solo su talento humano, sino también enfrentándose a posibles sanciones o cuestionamientos públicos. Estos escenarios no solo afectan a las personas involucradas, sino que ponen en riesgo la estabilidad del negocio.
La clave está en anticiparse a estos problemas. Identificar de qué manera el negocio que se hace y cómo puede estar relacionado con la manera cómo terceros ejercen sus derechos. Una evaluación de riesgos a derechos humanos, entonces, será un proceso integral que comienza con mapear las operaciones, relaciones comerciales y entornos de influencia de la empresa para identificar posibles impactos a la manera cómo ejercen sus derechos humanos los grupos de interés con quienes interactúa. Este mapeo no se limita a las condiciones internas, sino que abarca a proveedores, contratistas y cualquier actividad vinculada al negocio.
La evaluación de riesgos a derechos humanos aborda estos desafíos mediante un enfoque integral que incluye la identificación, priorización y mitigación de riesgos en toda la cadena de valor, e incluso puede llegar a la cadena de suministro. Herramientas como cuestionarios de evaluación de proveedores, auditorías regulares y mecanismos efectivos para denuncias son fundamentales en este proceso. Estas prácticas permiten detectar problemas antes de que escalen, mientras se refuerzan las relaciones con empleados, comunidades y socios estratégicos.
Identificar los riesgos, sin embargo, es solo el inicio. El verdadero valor está en priorizarlos según su gravedad y en tomar decisiones prácticas para prevenirlos. Por ejemplo, una empresa en el sector logístico puede diseñar programas para capacitar a sus conductores en jornadas laborales seguras, reduciendo riesgos de accidentes y mejorando sus condiciones laborales. Por su parte, un proyecto agrícola puede implementar medidas para garantizar que las mujeres trabajadoras tengan acceso a espacios libres de acoso, elevando tanto la productividad como el compromiso del equipo. Una empresa de transporte podría implementar programas para capacitar a sus conductores en seguridad vial, reduciendo riesgos de accidentes y fortaleciendo su compromiso con la seguridad laboral. En términos prácticos, implica identificar los posibles riesgos y gestionar acciones para evitar que ocurran.
El desafío radica en no subestimar estos riesgos. Ignorarlos puede resultar costoso, no solo en términos económicos, sino también en el impacto que tiene sobre la imagen y la viabilidad del negocio. Según Shift Project, integrar los derechos humanos en la gobernanza corporativa ayuda a las empresas a operar de manera ética y sostenible. Este enfoque no solo previene conflictos, sino que también fortalece la reputación, mejora las relaciones con las partes interesadas y genera confianza entre consumidores e inversionistas. Pero, no se trata solo de evitar conflictos; es una oportunidad para generar confianza. Los clientes actuales valoran las empresas que promueven prácticas responsables, los inversionistas priorizan organizaciones alineadas con estándares de sostenibilidad, y las comunidades locales apoyan a quienes las respetan y protegen. Implementar una evaluación de riesgos a derechos humanos no solo mitiga problemas; también impulsa el posicionamiento de la empresa como líder en responsabilidad social.
Las empresas que entienden la importancia de gestionar riesgos a derechos humanos no solo aseguran su viabilidad futura, sino que también se posicionan como líderes en responsabilidad corporativa. Si su empresa enfrenta dudas sobre cómo anticipar y gestionar los riesgos a derechos humanos en su cadena de valor, este es el momento de actuar. La prevención es siempre más rentable que la corrección, y las soluciones existen para quienes están dispuestos a implementarlas con visión y compromiso.
(*) Sobre el autor: Profesor TPA Auxiliar Ordinario de la Pontificia Universidad Católica del Perú PUCP y especialista en derechos humanos y derecho ambiental, en particular en temas de pueblos indígenas vinculados a la gestión territorial, el manejo forestal, el cambio climático, la gestión de reservas para pueblos indígenas en situación de aislamiento, y consulta previa.