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¿Es el Perú un mal país para ser madre?

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Hoy se celebra en muchos países el Día de la Madre; sin embargo, según un informe de la ONG Save the Children[1], denominado “Estado Mundial de las Madres 2015: La Desventaja Urbana”, resulta mejor ser madre en algunos países que en otros, esto de un total de 179 países analizados, en los que 46 son países desarrollados y 133 en vías de desarrollo.

Este informe se basa en cinco indicadores: (i) mortalidad materna, (ii) mortalidad infantil, (iii) nivel de ingresos, (iv) participación de las mujeres en política y (v) educación. En este sentido, el presente editorial pretende hacer un análisis general del panorama en el que nos encontramos a nivel internacional, el cual girará en torno a los criterios ya mencionados, centrándose especialmente en el de mortalidad materna.

Mejores y peores condiciones

Pese a las mejoras que advierte la salud de niños y madres a nivel mundial, el informe indica que la brecha de inequidad entre “el mundo rico y el mundo pobre” se ha ensanchado, y que las mujeres que viven en zonas urbanas enfrentan las dificultades cada vez más complejas en materia de salud y bienestar económico.

A nivel mundial, Noruega avanzó al primer puesto, seguido por Finlandia e Islandia, mientras que Somalia permaneció en el último lugar por segundo año consecutivo.

Estas cifras confirman que la riqueza económica de un país no es el único factor de bienestar para las madres. Las noruegas, subrayó la presidente de la ONG Carolyn Miles, “son ricas pero invierten también esta riqueza en la salud de las madres y de los niños, y hacen de esto una prioridad”[2].

La mujer noruega elige el momento para quedarse embarazada, generalmente después de recibir 18 años de educación y de utilizar métodos anticonceptivos para tener el control sobre su vida sexual. Al dar a luz, ella es asistida por personal sanitario, y disfrutará de una baja maternal que va de 46 a 56 semanas (alrededor de 1 año). Muy difícilmente verá morir a su hijo antes de que cumpla los cinco años, y si todo sigue bien, podrá vivir hasta los 83 años[3].

Por otro lado, respecto a las peores condiciones para ser madre, el contraste entre Noruega y Somalía es inmenso. La muerte por causas vinculadas a la maternidad en el primero se produce en una relación de 1 en 15 mil y en tanto en el segundo, una de cada 18 muere.

El Perú es un mal país para ser madre

Perú es uno de los peores países de América del Sur para ser madre, superando en condiciones favorables únicamente a Bolivia y Paraguay. Esto se debe, entre otros factores, a que en nuestro país, una de cada 440 mujeres corre riesgo de mortalidad materna y la tasa de mortalidad infantil de niñas y niños menores de 5 años asciende a 16,7 de cada 1000 niños nacidos vivos, según indicó la ONG[4].

El año pasado, el país ocupó el puesto 72 y hoy descendió 7 puestos. Según Mervi Hakoniemi, coordinadora de proyectos de Save the Children, aunque el Perú mejoró en cuatro de cinco indicadores, no avanzó lo suficiente, lo cual se ve reflejado en nuestra actual posición.

En efecto, el Perú se encuentra entre los 10 países con más grandes brechas de supervivencia, tal como lo precisa Lennart Reinius, director de país de Save the Children: “[El] Perú se encuentra entre los diez países con las brechas más grandes de supervivencia infantil junto a Bangladesh, Camboya, Ghana, India, Kenia, Madagascar, Nigeria, Ruanda, Vietnam y Zimbabwe”[5].

Falta de condiciones en el Perú

Según la metodología empleada en el informe de la ONG, en el indicador de mortalidad materna existe la probabilidad de que una joven de 15 años muera eventualmente por una causa de maternidad. Este indicador tiene en cuenta tanto la probabilidad de quedar embarazada como la probabilidad de morir como resultado de ese embarazo, acumulada durante los años reproductivos de la mujer.[6]

El objetivo de los indicadores no solo es para hacer comparaciones entre países, u otras entidades, sino para seguir una situación en el tiempo, ya que este informe se realiza desde hace 15 años.

Actualmente hay muy pocas condiciones para que las mujeres puedan decidir con total libertad en qué momento tener hijos. Además, se sostiene que tampoco se están respetando las leyes de familia que protegen a las madres que trabajan o a las que reclaman una pensión de alimentos, según indicó Liz Meléndez, directora ejecutiva del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán[7].

En la misma línea, sostuvo que:

 “el derecho a decidir está muy restringido, la anticoncepción oral de emergencia prácticamente no existe y el aborto está criminalizado. Por otro lado, el Estado no está garantizando los derechos laborales, pues hemos visto muchos casos de mujeres a las que no han respetado sus descansos por maternidad y otros de madres que han sido despedidas al retornar de su licencia, con alguna excusa. En otros casos, el tener hijos resta puntos a una madre para acceder a un empleo o escalar posiciones. Esa inseguridad no está ayudando al desarrollo de las mujeres que son madres”[8].

Aspectos a tener en cuenta

El derecho a la salud es un derecho humano fundamental y está consagrado en el artículo 7º de la Constitución Política del Perú, así como en los Tratados y Convenios Internacionales; salud a la que todas las personas deben tener la posibilidad de acceder.

En este sentido, y con el objetivo de lograr que en cualquier parte del mundo la maternidad se de en condiciones de bienestar físico, mental y social tanto para la mujer como para el niño, en el 2001 se aprobó la Declaración de Barcelona sobre los derechos de la madre y el recién nacido. Esta declaración insta a los legisladores de todo el mundo y a las organizaciones políticas y sanitarias supranacionales a respetar los derechos de la madre y del bebé[9].

Las mujeres, afirma la Declaración de Barcelona, deben poder decidir libremente sobre el momento más adecuado para tener hijos y sobre cuántos quieren tener. El derecho a la maternidad “no puede ser limitado por los poderes públicos en base a criterios demográficos o sociales”, señala el documento[10].

Las futuras madres deben tener garantizado también, según la citada declaración, el acceso a los avances tecnológicos, tanto diagnósticos como terapéuticos, aplicables durante el embarazo y el parto. Además, toda mujer “debe poder participar en los procesos de decisión que le afectan a ella y a su hijo”[11], entre otros puntos.

En este sentido, Carolina Garcés, adjunta para los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo, indicó que, según cifras del MINSA, durante el 2014 se registraron 409 muertes maternas en el Perú. La cantidad es mayor a la del 2013, que llegó a 388 defunciones. En tanto, el embarazo adolescente pasó de 13% a 14% en el mismo período[12].

“Si sumamos a esto la violencia contra la mujer, la situación se complica más para las madres peruanas. Por ello, es obligación del Estado trabajar en estos temas, ya que atentan contra los derechos humanos y la salud pública”, dijo[13].

Por otro lado, Silvia García Vega, directora de Administración de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, manifestó que la tendencia actual es que las mujeres asuman un rol cada vez más activo en el mercado laboral y que decidan ser madres a mayor edad de lo que antes lo hacían.

“A mayor educación, más incremento de la edad de maternidad e, incluso, con mayor educación el nivel de violencia baja y el embarazo adolescente también. Entonces, una educación temprana es clave”, manifestó Carolina Garcés[14].

En la misma línea, Kathryn Bolles, la directora de salud y nutrición de Save the Children, señaló que «numerosos estudios muestran una robusta relación entre los años de educación y los varios posibles resultados en la vida de las personas, incluyendo los ingresos, la salud y la participación cívica[15]«.

La protección social que un país le da a las madres desde antes del parto es reflejo del desarrollo que tendrá el menor en su vida futura, un dato que sobresale es que no depende, como ya se mencionó, solo del factor de la riqueza del país, sino de las políticas humanitarias que en este se practique.

Reflexión final: ¿Cómo remediar la situación?

En nuestro país es evidente un marco desigual en el acceso a los servicios de salud por limitaciones geográficas, económicas y culturales, existiendo un importante sector de la población peruana que no tiene acceso a ningún servicio. Tal como lo reveló la ONG, la inequidad entre las madres «más pobres y las más ricas» aún sigue creciendo.

Durante la última década el resultado final en salud no podía ser más excluyente: los más afectados por la pobreza, hacia quienes debían dirigirse los mayores esfuerzos para aliviar su riesgosa condición, permanecieron en la misma situación, la cual afecta su sentido del futuro y su esperanza por una vida digna, manteniendo como uno de los principales problemas de salud la elevada mortalidad materna infantil y desnutrición.

Es por eso que resulta necesario garantizar el ejercicio de sus derechos del sector más pobre, específicamente el acceso a la oferta de servicios integrados del sistema de salud, que permitan tener una organización con orden y efectiva.

Nuestra situación realmente exige que se proporcionen las herramientas necesarias a las madres de cualquier lugar para romper con el ciclo de la pobreza y mejorar la calidad de vida de los padres e hijos de las generaciones futuras. Hace falta una educación femenina efectiva, asistencia sanitaria y alimentación adecuada, y esto solo para empezar.


Fuente de la imagen: radiopanamericana.com

[1] STATE OF THE WORLD’S MOTHERS 2015: The Urban Disadvantage.

[2] Ibídem.

[3] Ídem pp. 25

[4] STATE OF THE WORLD’S MOTHERS 2015: The Urban Disadvantage pp. 86

[5] http://gestion.pe/tendencias/save-the-children-peru-cayo-al-puesto-79-ranking-mundial-mejores-paises-madre-2130960

[6] Ídem pp. 80

[7] http://peru21.pe/actualidad/dia-madre-mayoria-mamas-peruanas-trabaja-y-25-cria-sola-sus-hijos-2218433

[8] Ídem

[9] http://aesmatronas.com/descargas/doc_otros/DECLARACION_DE_BARCELONA.pdf

[10] Ídem pp. 3

[11] Ídem pp. 4

[12] http://www.minsa.gob.pe/portalweb/06prevencion/prevencion_7.asp?sub5=7

[13] Ibídem.

[14] STATE OF THE WORLD’S MOTHERS 2015: The Urban Disadvantage pp. 56

[15] Ídem pp. 34

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