Hace unos días publiqué una entrada sobre cómo atacar la credibilidad de un testigo. En esta oportunidad, voy a referirme a la otra cara de la moneda: el reforzamiento de la credibilidad de un testigo.
Reforzar la credibilidad de un testigo pasa -principalmente- por:
- Prepararlo:
En una entrada anterior, expliqué por qué es importante preparar a un testigo, en el sentido de familiarizarlo con la dinámica del interrogatorio y ponerlo en la mejor posición posible para transmitir su testimonio de la manera más clara.
Un testigo preparado es un testigo más seguro o, si se quiere, menos nervioso. Sin duda, la tranquilidad y solvencia que el testigo transmita durante su declaración puede constituirse en un factor importante cuando el juez le asigne determinado peso a lo dicho.
- Presentarlo al inicio del interrogatorio directo:
El juez no conoce al testigo. De hecho, dos de las cosas que suele preguntarse primero son: “¿Quién es esta persona?” y “¿Por qué ha venido a declarar en este caso?”.[1]
Es importante responder a estas dos interrogantes al inicio del interrogatorio directo, ya que la respuesta -o la ausencia de esta- tiene una influencia en la manera en que el juez procesa toda la información que recibe del testigo.
Ahora bien, de lo que se trata es de hacer una presentación breve, a través de la formulación de preguntas abiertas (“¿A qué se dedica?”, “¿Cuáles son sus responsabilidades?”, etc.). Al ser concreto, se evita que la otra parte cuestione -justificadamente- la pertinencia de la línea de interrogatorio o, lo que es peor, un llamado de atención del juez.
- Sacar los “trapos sucios” durante el interrogatorio directo:
El testigo perfecto no existe. Si nos ponemos en los pies de la contraparte (ejercicio indispensable para todo abogado litigante), siempre vamos a poder encontrar alguna debilidad en el testigo mismo o en su versión de los hechos.
Si hemos identificado una debilidad relevante, tenemos que referirnos a ella durante el interrogatorio directo; si es posible, incluso darle una explicación razonable.[2] Lo peor que podemos hacer es obviar esta debilidad por soberbia (“la otra parte no se va a dar cuenta”) o negligencia.
Mantener la credibilidad, ya no del testigo, sino del caso entero que se propone, pasa por ser transparente, incluso cuando la información no nos favorece.
- Rehabilitarlo oportunamente:
La adecuada preparación de un testigo no descarta que este vaya a recibir uno que otro “golpe” durante el contrainterrogatorio. Esto es casi inevitable.
Sin embargo, es tarea del abogado que ofreció al testigo, rehabilitarlo inmediatamente, siempre y cuando exista espacio para tal rehabilitación. El momento ideal para ello es el interrogatorio redirecto, ya que: (i) ocurre inmediatamente después del contrainterrogatorio; y, (ii) en esta etapa es el testigo quien, con sus respuestas, da una explicación razonable a la debilidad.
En mi opinión, no es recomendable esperar a los alegatos. No sólo [book id=» /][book id=» /]porque ahí la explicación sale de la boca del abogado, sino -particularmente- porque es posible que para entonces el juez ya se haya formado una opinión sobre la credibilidad del testigo, difícil de revertir.
Fuente de imagen: latimesphoto.file.wordpress.com
[1] Mauet menciona estas preguntas al referirse a la importancia de pensar en la perspectiva del jurado al estructurar un interrogatorio directo (MAUET, Thomas A. Trial Techniques and Trials. Novena Edición. New York: Wolters Kluwer, 2013, p. 112).
[2] Un profesor usaba la expresión “ponerle lápiz labial al cerdo”, la cual resume muy bien la idea.