Escrito por Paul Villegas Vega (*)
Las referencias [1] a una situación que hace tres años iniciaba de manera global como la Covid-19 quizás no sea algo habitual en estos días debido a que, al parecer, se ha logrado dejar atrás los efectos más intensos y pareciera que el inicio del 2023 se presenta con nuevos (otros) retos.
Regresar a conversar sobre la Covid-19 se justifica en la necesidad de comprender los fenómenos que experimenta la sociedad y respecto de los cuales se espera una respuesta o reacción de parte de la sociedad en su conjunto, así como de quienes en determinado momento detentan la posibilidad de gobernar.
El reconocimiento de la Covid-19 como un fenómeno global que afectó a sobremanera a la población mundial y que supuso la aplicación de medidas que en cualquier otro escenario podrían haber sido catalogadas de irrisorias, en el 2020, se aplicaron. Esta situación nos lleva a realizar un breve paralelo con la peste negra (en una determinada ciudad) [2] y las reacciones que suscitó en su momento, para contrastarlo con las actuaciones del presente.
La primera conexión entre los sucesos del siglo XIV y del siglo XXI se basa en que no fue un fenómeno acotado en el tiempo, sino que su alcance se mantuvo en el tiempo, 7 años en el caso de la primera y 3 años en el caso de la segunda. Este escenario destaca porque la influencia (quizás resulte más apropiado decir, intensidad) no se mantiene de manera sostenida en el tiempo, sino que su impacto varía en función del lugar y el momento que se analice.
Esta realidad, segunda conexión, lleva a pensar que la reacción de la sociedad debe adecuarse a la intensidad de la afectación y ello podría desarrollarse mediante la aplicación de (conductas) estándares de la sociedad para superar la situación. Aunque por un llamado de los gobiernos nacionales (cabe destacar luego la relevancia de la participación de los gobiernos locales), en el siglo XXI el distanciamiento social pasó de ser una opción a una regla a cumplir; situación que no fue ajena en el siglo XIV, pues se hizo costumbre que la familia no se visitara por temor al contagio [3].
La tercera conexión fue la búsqueda de culpables de la enfermedad. En el pasado [4], con menos ciencia de por medio, no se dudó en señalar a aquellos que no se habían integrado a la comunidad, entre los que destacan los extranjeros. Esta decisión llevó a escenarios como los asesinatos, el encarcelamiento y, quien tenía algo de suerte, el regreso a su país. En la actualidad, a nivel global se hizo algún señalamiento que tuvo reflejos en comunidades locales donde se tenía recelo frente a persona oriundas de otro país (uno en particular). A nivel local, se dudaba de quien salía de casa, aunque sin realizar un mínimo análisis, pues realizado el mismo este brindaba como resultado que el riesgo asumido se basaba en un escenario de necesidad.
La breve vinculación entre los sucesos referidos permite reconocer que las tareas (responsabilidades) se encontraban tanto en la población como en la administración pública.
En el caso de la sociedad, aunque se preocupe por los derechos individuales, tendría que ponderar sus actuaciones frente a una situación que podría devenir de manera célere y dramática. Y, en el caso de la administración pública, la toma de decisiones y ejercicio del poder resultará indispensable para disponer de una reacción efectiva y eficiente, pero que no olvide los derechos que los individuos detentan [5].
Aquel equilibrio que se busca entre los derechos e intereses de los individuos y los objetivos de interés general, lleva a resaltar que la intervención del Estado, hoy en día, tiene este reto no menor, ponderar ambos escenarios en la toma de decisiones que adopta (por ejemplo, en cada Ley, Reglamento o Acto administrativo).
Finalmente, la preocupación de los entes del Estado en estas actividades de interés general les resulta propio de su quehacer habitual. No obstante, la sociedad, conocida la labor previa no debe dejar de lado su cercanía e interés por las decisiones públicas, pues la búsqueda de la materialización de los objetivos del individuo se basa en la oportunidad para ejercer sus derechos (involucrarse, y tomar decisiones) en el ámbito público.
Paul Villegas Vega
Barcelona, 4 de febrero de 2023.
(*) Sobre el autor: Profesor Ordinario de Derecho Administrativo de la Pontificia Universidad Católica del Perú PUCP e Investigador en el Grupo de Investigación en Derecho Administrativo GIDA de la misma casa de estudios. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Administrativo APDA y de la Asociación Iberoamericana de Estudios de Regulación ASIER.
Referencias:
[1] La presente comunicación ha sido realizada en el marco del proyecto de investigación «La transición hacia una economía circular en el sector forestal en el Perú», financiado por el Vicerrectorado de Investigación de la Pontificia Universidad Católica del Perú PUCP. [2] Véase Günzberg i Moll, Jordi (2022) Vida quotidiana a la ciutat de Barcelona durant la pesta negra (1348). Barcelona: Rafael Dalmau, Editor. [3] Véase la página 37 de Günzberg i Moll, Jordi (2022) Vida quotidiana a la ciutat de Barcelona durant la pesta negra (1348). Barcelona: Rafael Dalmau, Editor. [4] Véase la página 35 de Günzberg i Moll, Jordi (2022) Vida quotidiana a la ciutat de Barcelona durant la pesta negra (1348). Barcelona: Rafael Dalmau, Editor. [5] Véase la página 101 de Constant, Benajamin (2019) La libertad de los modernos. Madrid: Alianza editorial.