*Por Alessandra Salazar Alva
Hace unos días, la comedia negra ‘Parasite’ hizo historia en la famosa ceremonia de Los Oscars, al convertirse en la primera producción de habla no inglesa en recibir el Oscar a Mejor Película. La interesante cinta retrata la historia de dos familias que se mezclan como parásitos, pero siguen separados por una enorme brecha económica que los vuelve tan distintos en valores, en actitudes, y hasta en espacios. “Son inocentes porque son ricos”, es una penetrante frase que suelta la mamá de la familia Kim, de bajos recursos.
Mediante esta obra maestra, Bong Joon-ho retrata la realidad de Corea del Sur, permeada por una creciente inequidad social. A nivel de espacios, podemos ver el contraste entre la lujosa y moderna mansión de la familia Park, y el barrio marginal y sucio en el que sobreviven los Kim. Asimismo, respecto a las oportunidades laborales, el director muestra a los miembros de la familia Kim como jóvenes desempleados desesperados que tienen que recurrir a la falsificación de documentos, mientras que los Park tienen la facilidad de poder contratar caras clases de pintura y de inglés a sus respectivos hijos. Sin duda, la película nos plantea una cuestión de pobreza extrema y DDHH.
¿La pobreza de la familia Kim es una violación a los DDHH?
Hay muchos mensajes sociales ocultos en esta singular cinta. Un primer tópico planteado es respecto a si la familia Kim puede ser adjudicada moralmente por las mentiras con las que consigue oportunidades, o si son ellos quienes viven las injusticias y las afrontan como pudieron. Al final de la trama, ninguno de la familia – excepto el padre fugitivo – es condenado legalmente, por lo que el director nos filtra un importante indicio aquí: la familia Kim fue la víctima, tratada de parásito. ¿Puede ser la pobreza una justificación suficiente? Efectivamente, pues la pobreza constituye una violación de DDHH.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos declara en su art. 25 que “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios(…)”. Asimismo, el Pacto Internacional relativo a los derechos económicos, sociales y culturales (en adelante, PIDESC), detallan en los artículos 6 y 7 el derecho a un trabajo digno, libremente escogido y aceptado, que goce de condiciones equitativas y mínimamente satisfactorias.
Es por ello que la Declaración y el Programa de acción suscritos en la Conferencia Mundial sobre los Derechos Humanos en Viena en 1999, afirman en su punto l.25 que “la pobreza extrema y la exclusión social constituyen una violación de la dignidad humana”. Cabe recordar que la dignidad humana es el pilar fundamental de nuestra actual Constitución y de muchas más. Sumado a ello, la Declaración Universal de los DDHH establece en su art. 1 que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad…”. ¿Por qué se considera intrínseca la dignidad incluso cuando muchos grupos sociales son históricamente oprimidos y viven bajo pobreza extrema?
Esta tutela primordial de la dignidad responde a la necesidad de los DDHH de afirmarse frente al Estado, incluso ante los Estados opresores. El ser humano, solo por el hecho de serlo, es portador de una dignidad y una identidad que deben ser reconocidas y protegidas por el Estado y la comunidad internacional. La dignidad es intrínseca, porque es la única manera de hacerla valer incluso ante normas opresivas que puedan desconocerla o menoscabarla. Así, entendemos que la pobreza significa una violación de los DDHH en tanto interfiere gravemente en la realización material del atributo intrínseco de la dignidad.
¿Cómo el Estado actúa frente a la pobreza en ‘Parasite’?
Para medir el grado de realización de los derechos, se debe distinguir los derechos liberales de los derechos sociales. Por un lado, los derechos liberales – o de primera ola – tales como los derechos políticos a votar o a la libertad de expresión, se realizan de manera individual, con mínima intervención del Estado. Esto quiere decir que para lograr la máxima realización de los derechos liberales, se requiere de un Estado no intervencionista, que permita a las personas desarrollarse con autonomía.
Por otro lado, los derechos sociales – o de segunda ola – históricamente nacen desde la perspectiva de un Estado de Bienestar. A diferencia del campo de autonomía en el que se realizan los anteriores derechos, los derechos sociales abarcan un sinnúmero de derechos económicos, culturales y sociales que necesitan de un Estado benefactor que progresivamente implemente programas y acciones para satisfacerlos. Por ejemplo, el derecho a la educación necesita en Perú que desarrolle programas de educación actualizados, que supervise – mediante la SUNEDU – la calidad educativa, etc.
Los derechos sociales se realizan de manera progresiva, pero es deber de los Estados hacer constantes esfuerzos para que no ocurra una falta de atención a tales derechos. Aquí viene la segunda crítica de Bong Joon-ho: el Estado está prácticamente ausente ante las miserias y pobreza de la familia Kim. Por ejemplo, en el aluvión, la familia se ve forzada a dormir en el piso junto con muchos otros habitantes. No hay mayor ayuda social del Estado, ni programa de prevención alguna. Se refleja un poder público irresponsable, que deja desamparados a los más necesitados.
¿Qué derechos fundamentales le son negados a la familia Kim y cómo ésta busca defenderlos fuera del marco de la ley?
Finalmente, un tercer atisbo social que plantea el director es respecto al resarcimiento de derechos que la familia Kim logra por sus propias manos. Puesto que no hay un Estado que los ampare ni ante la pérdida de su vivienda, la desdichada familia se encarga individualmente de lograr satisfacer sus sueños.
- Vivienda
Hay un contraste precioso y triste en la película entre la escena en la que la familia Kim disfruta a solas de la mansión de los Park, y la escena siguiente en la que su propia casa se hunde a pedazos.
En el folleto informativo número 21 de la ONU, en la página 9, se detalla el contenido esencial del derecho a la vivienda. Así, se plantea que tal derecho abarca libertades y, a su vez, contiene otros derechos. Respecto a las libertades, se menciona la protección contra la destrucción y demolición arbitrarias del hogar. Si bien esta libertad implica sobretodo que funcionarios del Estado no busquen desalojar y/o destruir propiedades privadas, también se habla de la responsabilidad de los Estados sobre la prevención a los habitantes ante los desastres naturales que puedan afectar sus viviendas. En ‘Parasite’, podemos ver que no hay tal precaución estatal. Por el contrario, un aluvión que nada provoca en la mansión de los Park, termina por destruir y volver inhabitable la vivienda familiar de los Kim. La película retrata la tristeza y desesperanza con la que los miembros de esta familia duermen en pisos esa noche, preguntando si habrá un mañana mejor.
Tampoco se cumple el derecho a la vivienda en tanto no se satisface el derecho a la seguridad de la tenencia. Este derecho, según la ONU, significa la protección ante el hostigamiento y amenazas. Como podemos ver en la primera parte de la película, una funcionaria policial y un hombre ebrio representan un disturbio a la tranquilidad de la familia, viéndose esta obligada a negociar con la policía y ahuyentar constantemente con el hombre violento.
En contraste, cuando por tan solo una tarde la familia Kim accede a la mansión de Park, satisfacen por primera vez su derecho a una vivienda digna. Tienen la seguridad suficiente para evitar intrusos como la ex trabajadora del hogar. Tienen la infraestructura necesaria para que cada miembro de la familia tenga un espacio de privacidad y ocio. Lo tienen todo y más.
Este retrato de la vivienda es particularmente importante, tomando en cuenta que la escena política de Corea del Sur en los últimos años está cargada con precios crecientemente altos de la vivienda. Ello se manifiesta en fuertes críticas al gobierno de Moon Jae-in.
- Trabajo
Gi woo, el hermano menor de la familia Kim, recibe una propuesta de trabajo de parte de su amiga, quien confía en él y sabe que podrá enseñar inglés a la hija de los Park. Siendo un chico con talento para enseñar, no vale de nada si no tiene un título, por lo que su hermana Gi Jeong(Jessica) falsifica documentos de egreso de una universidad. Mientras, Ki-Jung tiene que cambiarse de nombre a Jessica y también falsificar estudios de arte, cuando de por sí ya era una genio en el ámbito del diseño artístico. Mediante estas escenas, el director coreano nos plantea las brechas sociales respecto a la educación y a la posterior consecución de un trabajo digno.
Tal como establece el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en su artículo 6, el derecho al trabajo “comprende el derecho de toda persona a ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido o aceptado(…)”. En el caso de la familia Kim, se encontraban desempleados a pesar de sus múltiples habilidades técnicas y sociales. No gozan de libertad económica, menos aún de libertad de trabajo. Es recién cuando ellos falsifican documentos, que acceden a trabajos dignos que cuentan con los requisitos del Artículo 7 del PIDESC: remuneración de calidad, seguridad e higiene en el trabajo, el disfrute del tiempo libre.
- La no discriminación
Un elemento final en la película está relacionado al olor que emanaba de la familia Kim, un olor percibido por la familia adinerada Park como desagradable, puesto que provenía de un barrio compuesto por cierta suciedad y humilde higiene. Cuando el Presidente Park, el padre de la familia Park, describe el olor de Gi Taek, el padre de la familia Kim, lo hace desde el desprecio, el asco y la discriminación. Manifiesta que su olor es su peor defecto.
Tal como sostiene el art. 7 de la Declaración Universal de DDHH, “Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación”. En un Estado de bienestar funcional en ‘Parasite’, Gi Taek podría haber visto resarcido ese acto de discriminación. Por el contrario, al ser un subordinado, debe permanecer callado. Todos conocemos el final de esta obra maestra. Y es que Gi Taek, lleno de furia al ver al Presidente Park nuevamente tapándose la nariz y quejándose de su olor, lo mata. En un impulso que nace de sentirse oprimido y discriminado, puesto que sabe que él y su persona nunca alcanzarán el mismo status.
Imagen obtenida de: https://bit.ly/2OXaocm
*Estudiante de la Facultad de Derecho de la PUCP y miembro ordinario de la Asociación Civil Ius et Veritas.