Julio Manuel de la Piedra Quelle (*)
Todos los que en algún momento hemos decidido emprender un proyecto sabemos de la importancia de prever con la mayor anticipación posible los costos que involucran al inicio y proyectarlos hacia el futuro con la mayor predictibilidad de cómo los mismos irán surgiendo (y más importante aún, cómo serán atendidos los costos) conforme transcurra el tiempo y discurra el proyecto. Es una máxima del buen empresario – diligente y sensato adicionaría – hacer el máximo esfuerzo en definir la estructura de costos con el mayor detalle posible a fin de anticipar sus gastos con la menor desviación en los mismos. Los costos no previstos pueden retrasar y hasta truncar cualquier proyecto en su etapa preliminar de ejecución.
El empresario debe tener en cuenta el costo financiero total del proyecto que desea implementar. Todo proyecto por su propia naturaleza (entendiendo que un proyecto es algo que recién ve la luz en una empresa y por ende no ha generado ingresos todavía) tendrá un menor o mayor nivel de gasto, lo que supone que va a generar un costo para la empresa. Ante esto, el empresario debe optar por alternativas para afrontar estos costos luego de haberlos proyectado y haber obtenido un monto en el tiempo por los mismos. Dentro de estas alternativas, el mercado nos enseña que la gran mayoría de los nuevos proyectos de la empresa tienen un costo de financiación directa o indirectamente vinculado a este costo financiero. Diversos factores motivan que el costo financiero de un proyecto contemple financiación, como por ejemplo la falta de recursos actuales, la necesidad de inversión adicional, la inversión en nuevos departamentos producto del proyecto, la necesidad de dinero en mayor o menor monto en distintos momentos de la operación, entre otros. El costo de financiación o los costos de financiación de un proyecto vienen a ser en sus términos más sencillos los costos que derivan de contratar productos o servicios financieros para la ejecución de dicho proyecto. Los productos o servicios financieros pueden ser préstamos o créditos, entre otras formas de obtener financiamiento.
Debemos señalar que hasta las áreas de gestión más tradicionales en las empresas como pueden ser las áreas financieras, las mismas que se rigen por fórmulas, criterios o ratios financieros establecidos previamente y que tradicionalmente se encuentran vinculados a tienden a definirse o explicarse en función de la premisa “que tan rápido rentabilizo mi proyecto” cambian sus criterios, como suele cambiar todo. Si bien el área financiera de una empresa subsiste y subsistirá, muchos de los criterios tradicionales vinculados al lucro como afán último del empresario (y garantizados desde áreas como la financiera) han sido superados hoy día fuertemente y ahora coexisten con otros criterios de otra naturaleza e iguales de importantes.
Considero que esto último ha ocurrido principalmente por dos motivos, uno externo y uno más bien de carácter interno: (i) la creciente presión de los stakeholders (“interesados”, o grupos de personas o de poder con alguna clase de interés particular o concreto sobre una empresa) y el poder que estos advierten tener sobre las empresas que conforman su mercado relevante; y (ii) el afán o motivación del propio empresario de innovar (independientemente de las presiones de los stakeholders) mediante la incorporación de procesos sostenibles o responsables socialmente para diferenciarse de la industria tradicional o de la forma tradicional de hacer negocios.
Hoy en día observamos que al momento en que se toma dentro de una empresa una decisión relacionada a la ejecución de un proyecto y se evalúa su rentabilidad así como cuánto dinero consumirá en el tiempo, los departamentos financieros incluyen hoy en día estos nuevos criterios en su evaluación, estas nuevas pautas que estamos viendo utilizarse por primera vez en el mercado. Comenzamos entonces a encontrar empresas que toman y utilizan Criterios Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo (o Criterios ASG, del inglés Environmental, Social and Corporate Governance o ESG) al momento de evaluar sus proyectos.
Como lo señala Àlex Plana Paluzie[1], los Criterios ASG se pueden diferenciar en criterios ambientales, los cuales conciernen a cualquier actividad de la compañía que afecte de forma positiva o negativa al medio ambiente. Podemos pensar en las emisiones de gases de efecto invernadero, energías renovables, eficiencia energética, agotamiento de recursos y contaminación química. Los criterios sociales obedecen por otro lado a cuestiones sociales relacionadas con los actores que conforman la comunidad y, en particular con las personas como actores de la comunidad. Es así que encontramos indicadores en este campo como lo son la salud, educación, derechos humanos, derechos de los trabajadores y prácticas comerciales controvertidas. Las implementaciones basadas en los Criterios ASG relacionados al gobierno corporativo son los criterios concernientes a las cuestiones de calidad de la gestión y de los procesos, la cultura y el perfil de riesgo de la empresa y, en particular la rendición de cuentas, órganos de gobierno, transparencia y lobby frente a terceros.
Vemos entonces que la utilización de Criterios ASG supone el uso de estrategias de evaluación de las compañías privadas para la revisión de sus proyectos que se alejan de la dependencia en los ratios financieros y se tienen en consideración más bien aspectos ajenos a los fríos números y relacionados con el medioambiente, a la colectividad o a las buenas prácticas relacionadas con el comportamiento corporativo de la empresa en cuestión a la hora de tomar decisiones. Entonces la evaluación del proyecto considera mayores aristas, ya que la inversión o una desinversión será evaluada desde otras perspectivas y tomando enforques distintos al de rendimiento económico. En este caso, la utilización de Criterios ASG permitirá al departamento encargado de delimitar otros aspectos del próximo proyecto que puedan impactar en este, a fin que se tomen en cuenta adicionalmente a los impactos tradicionales (como justamente los impactos financieros y los relacionados con el financiamiento del proyecto) impactos ambientales y sociales, tanto negativos como positivos, buscando minimizar los primeros (por ejemplo, generado una mejor huella de carbono) y potenciando los segundos (por ejemplo, generado sinergias con las comunidades).
Reflexionemos sobre la coyuntura en la que vivimos hace ya algunos años, coyuntura en la que los negocios se hacen teniendo en cuenta factores adicionales al lucro puro. Los negocios ahora se hacen pensando no sólo en lo que uno va a obtener sino en lo que uno va a dejar; toman la responsabilidad de contribuir en su mercado relevante pero como un actor (y ya no sólo de proveedor) con un fin de dejar una huella en la sociedad relacionada con la forma en la que hizo negocios y como contribuyó a la colectividad con ello. La coyuntura actual nos ha enseñado que todo proveedor es clave en tanto este representa un eslabón de una cadena de valor, pero los proveedores que tienen mejores prácticas comienzan a destacarse frente a los proveedores tradicionales.
A esta forma de pensar sobre los negocios la cual arrastramos en la sociedad debemos incluir un par de cambios fuertes en la manera de pensar que creo se han dado en los últimos 24 meses: el primero en cómo se posiciona el trabajador hoy día frente a su trabajo y lo que espera obtener de éste (para mayores referencias veamos el fenómeno actual conocido como “The Big Quit” – la gran renuncia – al que se está enfrentando la sociedad americana), lo cual se traduce en nuevas formas de hacer y enfocar el negocio y (ii) como la pandemia ocasionada por el Covid19 hizo que muchas personas cuestionen la importancia de sus acciones y decisiones.
La creciente utilización de los Criterios ASG por parte de las empresas es una realidad que poco a poco comienza a evidenciarse a nivel Latinoamericano. Deloitte informa sobre el crecimiento de la inversión en productos y proyectos sostenibles de gran escala, “el crecimiento de la demanda de productos de inversión ASG en todo el mundo, lo cual se debe a que cada vez más inversionistas están preocupados por cómo las empresas utilizan su dinero y, en ese sentido, si observan que los proyectos de la organización en la que están invirtiendo no son sostenibles, no dudarán en retirar sus recursos de ahí”[2]. Mejor aún, encontramos ya esfuerzos serios e importantes de organismos multinacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE – organismo del cual Perú está a punto de volverse miembro adscrito) que organiza foros en los que tiende a generar y compartir información y experiencias, desarrollar políticas públicas y coadyuvando a sus estados miembros a que favorezcan la inversión y generación de proyectos implementados sobre la base de Criterios ASG[3]. Por otro lado, también es importante resaltar el servicio de acompañamiento de proyectos basados en Criterios ASG que realiza el BID a través de una unidad especializada en la orientación basada en la experiencia que tienen con proyectos previos que reúnen ya Criterios ASG[4].
En Perú podemos ver claramente como el mercado acepta con agrado la incorporación de Criterios ASG. La Bolsa de Valores de Lima (BVL) ha incorporado desde el mes de noviembre del 2021 el Índice ASG, con la finalidad de evaluar bajo dichos criterios los valores sujetos a transacciones bursátiles. Claramente la intención de la BVL es dar una calificación positiva adicional a las empresas que cumplan con Criterios ASG y que listen sus valores. Considero que si bien es prematuro decir que este índice impactará positivamente los valores listados (y cómo lo hará) podemos asegurar que no dará mala calificación o reputación negativa alguna hacia la empresa o el valor en cuestión, en tanto será una forma de hacer benchmarking contra criterios objetivos, conocidos y obtenidos de mercados más sofisticados.
(*) Asociado Senior del Área Corporativa y M&A del Estudio Lazo, De Romaña y Bravo Abogados
[1] https://www.agmabogados.com/que-son-criterios-asg-inversiones-socialmente-esponsables/
[2] https://www2.deloitte.com/mx/es/pages/dnoticias/articles/inversion-sostenible-ASG.html
[3] https://oecd-events.org/green-finance
[4] https://blogs.iadb.org/sostenibilidad/es/tendencias-criterios-ambientales-sociales-y-de-gobernanza-asg/